Llegan
buenas noticias desde el norte de España. El coso de Illumbe volverá
a acoger festejos taurinos tras dos años de sectaria prohibición
política y la mortecina feria taurina de la Virgen Blanca en Vitoria
parece querer recobrar el pulso de la mano de la FIT.
Reuniones
con peñas y asociaciones taurinas con el fin de recoger sus
opiniones y demandas e involucrar a los distintos colectivos
taurinos en la recuperación de la feria alavesa han sido una de
las medias llevadas a cabo por José Cutiño. Algo que parece
lógico y se antoja fundamental para la gestión de cualquier plaza.
De seguro que los frutos no tardarán en llegar. Sin embargo, este
gran acierto del empresario sevillano en tierras vascas se ha echado
de menos por tierras cordobesas, donde las buenas intenciones
mostradas por la FIT en su comunicado de presentación en Córdoba se
quedaron a mitad de camino. Y aquí andamos, en plena travesía del
desierto (más desierto que nunca con estas temperaturas) a la espera
de que los señores de la FIT se dignen a aparecer por aquí el
próximo año. Y a Dios gracias.
Una
Fiesta cada día más amenazada desde fuera y en manos de empresarios
que no miran más allá de los propios intereses inmediatos está
sentenciada de antemano. El futuro de la Fiesta de Toros pasa por
los aficionados. Las plazas sólo recuperarán la salud en la
medida en que se dé voz a los aficionados y en que éstos, movidos
tan sólo por la afición, sin intereses espúrios de ningún tipo,
sean cada vez más partícipes en la gestación y promoción de
los festejos taurinos. Para corroborarlo basta con echar un
vistazo a algunas plazas del norte español y, sobre todo, a la
vecina Francia, donde el influjo de la afición se delata en unos
carteles abiertos tanto en toreros como en ganaderías, la
presentación del toro que sale por la puerta de chiqueros y, como
consecuencia, en unos tendidos llenos la mayoría de las tardes.
Tomemos
su ejemplo. En Córdoba, que es la que a mí me duele, pero también
en otros muchos lugares en horas bajas taurinamente hablando. Cada
una con sus peculiaridades propias. Dejemos el lamento en la tertulia
de taberna y demos un paso al frente. Unión, organización y
movilización son las palabras claves. Dejemos a un lado las
cosas que nos separan y centrémonos en las que nos unen. Formemos
colectivos de unidad en los que se sientan representados todos los
aficionados y que hagan valer su voz frente a terceros, tanto ajenos,
como del propio mundo del toro. Trabajemos unidos por promocionar y
defender este arte único. No lo dejemos en manos de otros. Sólo así
habrá algo de luz. Sólo así habrá futuro. Porque si los que
amamos este arte por encima de cualquier interés particular
permanecemos inmóviles a la vista del rumbo tomado, nos
convertiremos en co-responsables de que la tauromaquia pase a ser un
bello y lejano recuerdo en cada una de nuestras ciudades.