En estos tiempos que corren, si hay algo en lo que los principales
economistas están de acuerdo es en que en el aumento de la
competitividad está la clave para poder superar la crisis.
En el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua la
palabra “competitividad” presenta dos acepciones:
1.f.Capacidad de competir.
Ambas son perfectamente aplicables en el ámbito taurino. Es
lamento generalizado entre los aficionados el que entre los toreros
de hoy falta rivalidad en el ruedo, esa que otrora encendía
árduas pasiones y discusiones entre partidarios de unos y otros.
Controversias que trascendían fuera del ámbito meramente taurino y
hacían que, a la postre, se llenaran las plazas.
Asimismo el término “competitividad” como “capacidad de
competir” sería de aplicación en cuanto, al fin y al cabo, la
fiesta de toros es también negocio. Un negocio y en crisis. Así
pues, sería bueno que el sector reparase en los consejos de los
expertos y se aprestaran a procurar para las empresas taurinas el
manido aumento de la competitividad que les permita presentarse a
la sociedad, al mínimo, en igualdad de condiciones que el resto de
la extensa y variada oferta de ocio existente en nuestros días.
La competitividad en el sector del ocio viene marcada por parámetros
como el cuidado de la imagen corporativa, la unidad de acción,
marketing y publicidad, precio y calidad del espectáculo, y, sobre
todo, el trato al cliente. En todos estos aspectos al sector taurino
le queda mucho camino por andar y, por lo tanto, el margen de
mejora es amplio.
El cuidado del cliente es esencial. En pleno siglo XXI el tiempo
es oro y el público busca evitar el mayor número de incomodidades
posible, siendo cada vez más habitual la planificación previa
de las actividades de ocio. Una agenda diaria repleta de citas
laborales y familiares produce rechazo a cualquier desplazamiento
extra. La adquisición de una entrada para un espectáculo de ocio
puede suponer un verdadero quebradero de cabeza. Si el evento tiene
lugar en otra localidad el problema se acrecienta. Un reducido margen
temporal de venta de entradas o el tener que hacer cola para
conseguir una buena entrada minimiza la posibilidad de decantarse por
un determinado espectáculo. Si además en la cola hay que sufrir
inclemencias meteorológicas el descarte está cantado. La
consecuencia de todo esto es un incremento en la demanda de
entradas por internet que cualquier empresa ávida de captar clientes
debe satisfacer.
Llegados a este punto es el momento de analizar la respuesta del
sector empresarial taurino ante esta nueva, y cada vez mayor,
demanda, en aras de comprobar la capacidad de competir en el mercado
del ocio. A modo de ejemplo fijémonos en un caso concreto de Córdoba
pero que creo extensible a cualquier capital de España.
Una persona cualquiera que desee planificar una jornada de ocio en
Córdoba para el próximo sábado, 9 de mayo, tendrá una gran
variedad de ofertas a su alcance. Además de ser uno de los días
grandes de la celebración de “Los patios” cordobeses tendrá a
su disposición varios espectáculos. En una búsqueda rápida por
internet podrá ver que tiene la opción de ir al Teatro Góngora, a
la obra “Miguel de Molina al desnudo”, por 18€ más un recargo
del 7% (1,26€) si saca su entrada desde casa con la posibilidad de
elegir el sillón que le plazca. Otra opción sería sacar la
entrada para ir al Teatro de la Axerquía a ver el concierto de
“Gemeliers” por 30€ más un suplemento de 3'10€ (10'33%) por
sacarla “on line”. Asimismo podrá decantarse por ir al cine a
ver, por ejemplo, “Vengadores”, sacando también su entrada para
la butaca que elija desde casa por 7€. Además, en este caso sin
recargo alguno.
Este
amigo observará también que tiene la oportunidad de asistir a la
corrida de toros extraordinaria que se celebrará por el
cincuentenario de la inauguración del Coso de Los Califas. A través
de la web oficial de la empresa gestora de la plaza de toros tendrá
la posibilidad de conseguir su entrada por la red, pero... ¿qué se
encuentra? Pues que en
ningún caso podrá elegir su asiento.
Dentro de la zona que elija, el “sistema” le asignará una
localidad, qué podrá, o no, coincidir con sus preferencias. Por
otra parte sufrirá un incremento en el precio de cada entrada de 6€
por gastos de gestión, sea la entrada que sea. Si adquiere una
entrada de tendido de sombra el gravamen supondría un 12%, pero si
el poder adquisitivo del potencial cliente no es muy alto y se
decanta por una de las localidades más asequibles, las de 15€, el
recargo alcanzaría un 40%.
A la vista de lo expuesto pregunto: A no ser que esa persona fuese
“aficionado” ¿optaría por ir a los toros?, en tiempos de crisis
¿tiene sentido incrementar aún más el precio de las entradas?, en
tiempos de escasez de aficionados ¿se le está dando al
potencial cliente todas las facilidades para que acuda a las plazas?.
Si además echamos un vistazo a los otros parámetros expuestos más
arriba, (cuidado de la imagen corporativa, unidad de acción,
marketing y publicidad, precio y calidad del espectáculo, comodidad
y trato al cliente) pregunto: ¿es competitiva la “industria
taurina”? ¿se podrá salir así de la crisis que asola al
sector?.
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