martes, 18 de junio de 2013

De la Justicia Taurina. Responsables ¿Empresas? ¿Afición?


    Comienzan a hacerse públicos los carteles de las ferias taurinas veraniegas. La verdad es que hay algunas ferias muy atractivas con carteles muy rematados pero.... con los mismos nombres que el pasado año, y el anterior, y el anterior....

     Y, para disgusto de los que vimos torear extraordinariamente bien a José Luis Moreno a finales de mayo en Córdoba, saliendo por la Puerta de Los Califas un año más, su nombre no aparece en ninguno de esos carteles. ¿Para qué sirve entonces triunfar en una plaza de 1ª categoría? ¿Dónde está la justicia en esto del toro? Algunos dirán: “es que Córdoba aunque sea de 1ª en los papeles no es considerada como tal por muchos”. Vale, lo puedo admitir. Pero.... vámonos un poquito Guadalquivir abajo...

     Sevilla, Real Maestranza de Caballería de Sevilla, plaza de primerísima categoría. 19 de abril de 2013, Antonio Nazaré corta 2 orejas a “Duende-36” de Victoriano del Río. ¿Qué ha pasado con Nazaré? Pues que está como José Luis Moreno: viendo carteles de ferias sin su nombre y esperando que suene el teléfono.

     Y ahora dirán muchos que si el “sistema” tal, que si el “sistema” cual... Y tienen parte de razón, porque si damos un repaso a los carteles de las ferias de la vecina Francia vemos que hay una mezcla de figuras y de toreros que se lo han ganado con sus triunfos en el ruedo. Por lo general en Francia quien triunfa tiene recompensa.

     Sin embargo no es conveniente echar balones fuera y echarle siempre la culpa al “sistema”. Por lo menos en la parte concerniente a las empresas. No olvidemos que, al fin y al cabo, la empresas lo son con el fin de ganar dinero. Y es triste, pero ¿Qué entrada a la plaza creen que habría, por ejemplo, en un mano a mano entre José Luis Moreno y Antonio Nazaré, triunfadores en Sevilla y Córdoba (estupendo cartel a mi entender)? Siendo muy muy generoso creo que no se llegaría a media plaza.

     No nos engañemos, parte del problema es la propia afición, o más bien, la ausencia de ella. El gran público, por unos motivos o por otros, selecciona mucho los espectáculos a los que va. Por lo general no suele seguir el transcurso de la temporada y, por tanto, sólo acude al reclamo de las figuras por todos conocidas.

     Ahí está el quid de la cuestión (amén del poder adquisitivo), en la formación, taurinamente hablando, del gran público. Hacía ahí deben ir encaminados los esfuerzos para darle la vuelta a la tortilla. Hay que publicitar y saber vender el producto. Difundir la cultura y la información taurina. Mientras más peso tenga la afición, por su cantidad y calidad, menos influencia tendrá “el sistema” y será mucho mayor la “Justicia Taurina”.

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