sábado, 4 de mayo de 2013

Se necesitan "Toreros de Plata"



    Con la expresión “Toreros de Plata” se denomina habitualmente, y en general, a banderilleros y picadores. Estoy en desacuerdo con esta generalización.

     Para mi, la palabra “Torero” encierra un significado mucho más concreto y profundo. Para ser torero, fuera de la plaza hay que vivir en torero. En la plaza, estar en torero. Y delante de la cara del toro sentirse torero, gustarse, hacer las cosas con verdad y pureza.

     Aún sin dejar de reconocer la dificultad y el mérito que tiene todo aquel que se juega la vida ante un toro bravo y mostrando mi admiración por todos ellos, tengo que decir que, desgraciadamente y salvo honrosas excepciones, la mayoría de los subalternos no llegan a “Toreros de Plata” y se quedan en simples banderilleros y picadores.

     Y es una pena, porque, ahora más que nunca, la Fiesta necesita de auténticos “Toreros de Plata”. Para incrementar el número de aficionados y atraer al púbico en general, la lidia de un toro bravo debe convertirse en un espectáculo continuo y completo. No podemos continuar con lidias que son meros trámites rebosantes de monotonía y tedio, conducentes a una faena de muleta que, en la mayoría de los casos y por distintas circunstancias, tampoco llega a emocionar al espectador.

     La lidia debe ser una sucesión de emociones. Y para ello hay que recuperar como parte esencial del espectáculo la suerte de varas y el tercio de banderillas. El espectador tiene que disfrutar con la belleza de un toro arrancándose de lejos al cite de un picador que lo provoca con el caballo y con la emoción de un embroque, cuerpo a cuerpo, entre un hombre y una fiera a la que, tras suscitar con torería su embestida, le coloca un par de rehiletes en todo lo alto “asomándose al balcón”. Debe buscarse una lidia total, provocar emociones en el ruedo desde que el toro sale por la puerta de chiqueros hasta que cae rodado por una estocada en la yema. En definitiva, incrementar la calidad del espectáculo.Y para ello son imprescindibles los “Toreros de Plata”.

     Si bien en la suerte de varas son más los factores que influyen en un desarrollo adecuado de la misma (tema a tratar en una próxima cavilación), en el tercio de banderillas las opciones de lucimiento se incrementan, como demuestra el hecho de que a los matadores-banderilleros le sirven a este fin un porcentaje altísimo de astados.

     Muchos excusan la situación actual en un excesivo protagonismo de los matadores, que no ven con buenos ojos intervenciones que puedan eclipsar el triunfo propio. De ser cierto, están incurriendo en un gran error ya que es más difícil que una faena llegue a un tendido inmerso en el tedio y la desidia que a uno en el que reine la satisfacción y el entusiasmo. Un triunfo predispone a otro triunfo.

     En la actualidad, quien mejor ha comprendido esta necesidad ha sido Javier Castaño, quien se ha rodeado de una cuadrilla de auténticos “Toreros de Plata” convirtiendo cada una de sus actuaciones en un espectáculo atractivo para el espectador. Podrá tener más o menos suerte con los astados, o estar más o menos afortunado en su faena de muleta, pero todo el que se sienta en el tendido casi siempre se va satisfecho con el espectáculo presenciado en el conjunto de la lidia y estará dispuesto a volver.

     Ojalá que, así como el “efecto Juli” con los recibimientos a portagayola ha incrementado la competencia entre las máximas figuras del toreo, los triunfos de la cuadrilla de Javier Castaño sirvan para que los matadores se mentalicen de que una lidia íntegra en todos los tercios es vital para el espectáculo y que los subalternos tomen conciencia de su importancia para la Fiesta, remuevan su conciencia, despierten su orgullo y den un paso adelante para convertirse en auténticos “Toreros de Plata”.

1 comentario: