Con la expresión “Toreros de Plata”
se denomina habitualmente, y en general, a banderilleros y picadores.
Estoy en desacuerdo con esta generalización.
Para mi, la palabra “Torero”
encierra un significado mucho más concreto y profundo. Para ser
torero, fuera de la plaza hay que vivir en torero. En la plaza, estar
en torero. Y delante de la cara del toro sentirse torero,
gustarse, hacer las cosas con verdad y pureza.
Aún sin dejar de reconocer la
dificultad y el mérito que tiene todo aquel que se juega la vida
ante un toro bravo y mostrando mi admiración por todos ellos, tengo
que decir que, desgraciadamente y salvo honrosas excepciones, la
mayoría de los subalternos no llegan a “Toreros de Plata” y se
quedan en simples banderilleros y picadores.
Y es una pena, porque, ahora más que
nunca, la Fiesta necesita de auténticos “Toreros de Plata”. Para
incrementar el número de aficionados y atraer al púbico en general,
la lidia de un toro bravo debe convertirse en un espectáculo
continuo y completo. No podemos continuar con lidias que son meros
trámites rebosantes de monotonía y tedio, conducentes a una faena
de muleta que, en la mayoría de los casos y por distintas
circunstancias, tampoco llega a emocionar al espectador.
La lidia debe ser una sucesión de
emociones. Y para ello hay que recuperar como parte esencial del
espectáculo la suerte de varas y el tercio de banderillas. El
espectador tiene que disfrutar con la belleza de un toro arrancándose
de lejos al cite de un picador que lo provoca con el caballo y con la
emoción de un embroque, cuerpo a cuerpo, entre un hombre y una fiera
a la que, tras suscitar con torería su embestida, le coloca un par
de rehiletes en todo lo alto “asomándose al balcón”. Debe
buscarse una lidia total, provocar emociones en el ruedo desde que el
toro sale por la puerta de chiqueros hasta que cae rodado por una
estocada en la yema. En definitiva, incrementar la calidad del
espectáculo.Y para ello son imprescindibles los “Toreros de
Plata”.
Si bien en la suerte de varas son más
los factores que influyen en un desarrollo adecuado de la misma (tema
a tratar en una próxima cavilación), en el tercio de banderillas
las opciones de lucimiento se incrementan, como demuestra el hecho de
que a los matadores-banderilleros le sirven a este fin un porcentaje
altísimo de astados.
Muchos excusan la situación actual en
un excesivo protagonismo de los matadores, que no ven con buenos ojos
intervenciones que puedan eclipsar el triunfo propio. De ser cierto,
están incurriendo en un gran error ya que es más difícil que una
faena llegue a un tendido inmerso en el tedio y la desidia que a uno
en el que reine la satisfacción y el entusiasmo. Un triunfo
predispone a otro triunfo.
En la actualidad, quien mejor ha
comprendido esta necesidad ha sido Javier Castaño, quien se ha
rodeado de una cuadrilla de auténticos “Toreros de Plata”
convirtiendo cada una de sus actuaciones en un espectáculo atractivo
para el espectador. Podrá tener más o menos suerte con los astados,
o estar más o menos afortunado en su faena de muleta, pero todo el
que se sienta en el tendido casi siempre se va satisfecho con el
espectáculo presenciado en el conjunto de la lidia y estará
dispuesto a volver.
Ojalá que, así como el “efecto
Juli” con los recibimientos a portagayola ha incrementado la
competencia entre las máximas figuras del toreo, los triunfos de la
cuadrilla de Javier Castaño sirvan para que los matadores se
mentalicen de que una lidia íntegra en todos los tercios es vital
para el espectáculo y que los subalternos tomen conciencia de su
importancia para la Fiesta, remuevan su conciencia, despierten su
orgullo y den un paso adelante para convertirse en auténticos
“Toreros de Plata”.
Oooooooleeeeeeee
ResponderEliminar