lunes, 20 de mayo de 2013

La Suerte de Varas. Ahora Más que Nunca


     
     El tercio de varas es de suma importancia para medir la bravura de un toro, pero, además, si la suerte se realiza correctamente llena el tendido de emociones. Y las emociones resultan indispensables para que cualquier espectáculo resulte ameno.

     Como ya expuse en una "cavilación" anterior, en estos tiempos en los que la oferta de ocio es tan amplia, se antoja vital para la Fiesta, el presentar la lidia del toro bravo como un espectáculo total. Una suerte de varas con belleza y emoción debe ser parte fundamental de ese espectáculo taurino. Sin embargo, en la actualidad, en la mayoría de los casos, es una mera parodia de lo que debiera ser. Considero responsables de esta situación tanto a los profesionales (Ganaderos, matadores, picadores y subalternos) por no poner todos los medios a su alcance para que se lleve a cabo con pureza, como a los propios aficionados por una excesiva condescendencia y falta de exigencia. Nos tragamos, una y otra vez y sin rechistar, toros que entran al caballo al relance de un mal capotazo o puyazos traseros y rectificando.

   Pienso que la situación podría ser perfectamente reversible, porque, si bien en la administración del castigo influye algo incontrolable como es la condición del toro, en la forma de ejecutar la suerte tan sólo intervienen “factores controlables”. Así, poner el toro en suerte (salvo con toros abantos, fríos o muy mansos), sólo depende del “querer/saber/poder” del lidiador. Por otra parte, mover el caballo provocando la acometida del astado y "cogerlo en la cruz" sólo depende del “querer/saber/poder” del piquero de turno. Sin embargo, una tarde sí y otra también, la suerte de varas pasa como un mero trámite, sin pena ni gloria. Tan sólo se puede disfrutar habitualmente de ella en las denominadas corridas toristas y, por lo general, en las plazas francesas.

     Yo, cual polémico entrenador de fútbol, me pregunto ¿por qué?. ¿Por qué esta devaluación de la suerte de varas? ¿Alivio? ¿Falta de conocimientos? ¿De facultades? ¿De profesionalidad? ¿De valor? ¿Carencia de torería y casta torera? Cada uno tendrá su respuesta, pero lo cierto es que, por unas cosas o por otras, se está privando al espectáculo de la lidia de una parte esencial en unos tiempos en los que en vez de restar hay que sumar, siendo necesario impregnar de torería y pureza todo lo que sucede en el ruedo. Cada uno en su parcela debe aportar su granito de arena. Se trata, en definitiva, de incrementar la calidad del espectáculo. El futuro de la Fiesta está en juego.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, Manolo. Super útiles estas cavilaciones, Manolo, para aprender y para llevar a cabo. Más claro y sencillo no se puede explicar.

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