Pasar
por Gran Vía Parque en mayo, echar una mirada al Coso de Los Califas
y verlo desnudo de cartelería produce pena, mucha pena. Y al mismo
tiempo vértigo, mucho vértigo. El fondo que creíamos haber tocado
no es tal y, día a día, vemos, perplejos e impotentes, cómo
continúa la caída libre hasta profundidades que no queremos ni
imaginar.
Por
acción o por omisión, cada día se escribe un capítulo nuevo de
este sainete grotesco que desde hace tiempo tornó en drama. Un drama
en el que el escenario del próximo acto será un juzgado.
Previsiblemente en este acto habrá un desenlace que resuelva el nudo
argumental. El plan “A” o el plan “B” verá luz verde. Pero
no nos engañemos, será un desenlace provisional, no definitivo.
El final del drama se atisba lejano y sólo se podrá alcanzar
mediante un giro de 180 grados en la trama argumental y con la
incorporación como actores, tanto principales como de reparto, de
muchos de los que hasta ahora asistían al mismo como simples
espectadores.
Los
tiempos en que, desde la comodidad de su poltrona, la sociedad
propietaria del coso cordobés se limitaba a extender la mano y
recibir el tributo del arrendatario de turno parecen agotarse. El
rosario de empresas foráneas, desconocedoras de la idiosincrasia
cordobesa, que han deambulado de un tiempo a esta parte por el coso
califal sin ser capaces de llenar ni el cajón ni los escaños así
lo demuestra.
El
modelo francés, lleno de vitalidad y futuro, está ahí para quien
quiera tomar nota. Un modelo en el que los organizadores de los
festejos son ayuntamientos o clubes taurinos y que implica a los
aficionados en el montaje de las ferias mediante Comisiones Taurinas.
Un modelo en el que son los miembros de esas comisiones quienes
determinan las preferencias en
cuanto a los espectáculos, quienes eligen divisas y toreros, quienes
visitan las ganaderías y escogen el ganado, … delegando lo
relativo a contrataciones, administración y logística en manos de
un gerente profesional. El punto de vista de los aficionados de a pie
contribuye a definir una personalidad propia en cada plaza y ciudad.
Quizás
el futuro de los toros en Córdoba pase por ahí. Por adoptar y
adaptar ese modelo a la singularidad de nuestra ciudad. Por
constituirse la “Sociedad Propietaria” en “Sociedad
Organizadora”. Por la creación de una “Comisión Taurina”
compuesta por aficionados capaces y dispuestos a trabajar por la
fiesta y por aglutinar voluntades. Por buscar un profesional con
experiencia y eficiencia demostradas.
-“La
Córdoba taurina está llena de chuflones” - suele decir con
resignación un amigo aficionado. Algunos se mostrarán reticentes a
este cambio de “sistema” precisamente por esto, por el riesgo a
que la “Comisión Taurina” la conformaran personas cuya valía y
capacidad dejara mucho que desear. Sin embargo, el parné puesto
en juego sería el mejor garante de que la “Sociedad Organizadora”
hilara muy fino a la hora de designar las personas integrantes de
dicha comisión.
¿Quién
mejor que la afición cordobesa para conocer sus propias apetencias,
sus circunstancias, sus debilidades...? Sólo una gestión llevada
a cabo en Córdoba y por personas que sienten Córdoba será capaz de
satisfacer en cada momento las demandas de la afición cordobesa.
Sólo con una gestión que llegue a cada rincón de Córdoba y
consiga que cada aficionado sienta la feria taurina como propia se
podrá salir de la sima en la que está sumida la Fiesta en Córdoba.
Sin
duda este modelo de gestión entraña unas exigencias de trabajo y
un riesgo económico hasta ahora impensable para la Sociedad
Propietaria. Probablemente supone mucho más de lo que está
dispuesta a asumir y estas cavilaciones, fruto de la impotencia de un
aficionado al que le duele la situación de la Córdoba taurina, se
desvanezcan sin más por los vericuetos de la red. Probablemente todo
siga igual y continúe la política actual de improvisación y del
parche sobre parche hasta que.... ¡Mejor no pensarlo!
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