domingo, 6 de abril de 2014

Tocando Fondo


Los brotes verdes apreciados en la feria taurina cordobesa de 2013 resultaron ser de flor de un día. La tormenta veraniega de “Los Tejeros” ya hacía presagiar el diluvio universal que ahora, tras una sucesión de despropósitos, descarga toda su ira sobre Los Califas. El “Efecto Morante” supuso una cortina de humo que impidió ver a tiempo lo que se avecinaba a pesar de que sucesivos frentes nubosos hacían presagiar lo peor.

En primer lugar comenzaron a sonar fuertes los goterones de rumores sobre incumplimientos de contratos y falta de pago que ahora se tornan en realidades. A continuación una fuerte granizada sacudió a la afición cordobesa en forma de una desorbitada subida de los precios de los abonos. Sin solución de continuidad hicieron acto de aparición una sucesión de frentes nubosos compuestos por rumores (la mayoría de las veces muy contrastados) de carteles de ida y vuelta, cada vez más descafeinados e impropios del respeto que merece Córdoba.

Paralelamente a ello se iba gestando una ciclogénesis explosiva conforme se iba ninguneando y maltratando en su contratación al que debía ser (por trayectoria y por el momento que atraviesa) uno de los pilares fundamentales de la feria cordobesa: Finito de Córdoba, el cual, a ultimísima hora, quedó fuera de los carteles como fulminado por un rayo procedente de un tornado del caribe venezolano.

Para rematar toda esta sinrazón nos topamos de bruces con el huracán provocado por la propiedad de la plaza de toros al paralizar la presentación de los carteles de la desvergüenza y sacar a la luz posibles incumplimientos de contrato con la consiguiente posibilidad de rescisión a mes y medio vista de la celebración de la feria.

Todo este sainete absurdo hace que la quincuagésima feria de mayo que acogerá (se supone) el Coso de Los Califas vaya a pasar a la historia, y, de momento, no precisamente por nada bueno.

La situación resulta caótica: un empresario desconocedor y alejado de la realidad taurina de Córdoba, un gerente que ha quedado totalmente desacreditado tras los detalles rebelados por Finito en su rueda de prensa y habiendo dado muestras de incapacidad en los meses que lleva al frente de la gestión y una propiedad que no ha sabido o querido interpretar en su momento los hechos desencadenantes de todo este esperpento y que ha reaccionado excesivamente tarde provocando el desconcierto que ahora mismo reina en Los Califas. Todo ello para vergüenza y desprestigio de la ciudad de Córdoba y en especial para la Córdoba taurina.

Se antoja complicado desliar la madeja pero lo que parece claro es que se ha tocado fondo. Esta situación puede suponer el puntillazo definitivo a los toros en Córdoba si no se pone punto y aparte y se afronta la situación con valentía, dando un giro radical a la forma de gestión de nuestra plaza de toros. Una forma de gestión en la que, siguiendo el ejemplo marcado por Francia y dejando a un lado los intereses particulares, esté mucho más implicada la afición y se trabaje junto a profesionales serios y de valía contrastada. Sólo así, partiendo de cero, pero con unión, trabajo, imaginación y seriedad podrá renacer de sus cenizas la Córdoba Taurina.

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