Aunque
pueda parecer imposible hay algo en lo que coincidimos todos los
aficionados taurinos: en el reconocimiento de la destaurinización
de la sociedad. Quejas y lamentos, aderezados con recuerdos de
otros tiempos, surgen indefectiblemente en cualquier tertulia taurina
ante la perspectiva de una sociedad cada vez más urbanita. Una
sociedad que ha crecido rodeada de animales que hablan, que parece
ignorar que el origen de un entrecot está más allá de los
expositores de un supermercado y que parece más preocupada por los
“derechos” de los animales que por la vida de un niño no nacido.
Una sociedad influenciada sobremanera por una televisión que en la
mayoría de los casos está en manos de grupos afines al
antitaurinismo.
Pero
ante este panorama es habitual entre nosotros echar la culpa al
empedrado y entregarnos sin más a la comodidad de la resignación
como si nada pudiera hacerse. Y nada más lejos de la
realidad.
En Córdoba aún son numerosas las entidades taurinas diseminadas por toda su geografía. Abundantes son, asimismo, los actos culturales-taurinos que las mismas desarrollan al cabo del año. Pero, he aquí que, como si de una acción pecaminosa se tratara, sus organizadores no los airean a los cuatro vientos y la mayoría de ellos no trascienden a la luz pública. Con suerte, si los astros son favorables, una vez que para hablar del evento hay que hacerlo en pasado, puede que nos encontremos con una escueta reseña del mismo en un espacio recóndito de algún diario local.
Los
mismos aficionados parecemos empeñados en conformar un gueto, un
círculo cerrado rodeado de hermetismo en el que está prohibida
cualquier relación o interactuación con la sociedad que lo rodea.
Algo, quizás el instinto de supervivencia, me dice que debería ser
todo lo contrario, que estamos caminando en sentido inverso al
correcto. Es necesaria una metamorfosis que lleve a convertir
cualquier acto taurino en una proclama de nuestra afición, a
transformar el hermetismo en apertura, a conjugar los verbos en
futuro en vez de pasado, a cambiar las reseñas a toro pasado por
invitaciones previas, a sumar en vez de lamentar, a integrarse en la
sociedad y no huir de ella. En la época del “me gusta” o el
“retweett” no es admisible que la desinformación campee a sus
anchas por la Córdoba taurina.
No se
trata de un sueño o una quimera. Ahí está el espejo de la
Asociación Cultural-Taurina Carloteña para quien quiera
mirarse en él. Trabajo continuo y bien hecho. Permeabilización
del toreo en la sociedad (real y virtual) con naturalidad y sin
complejos. La recuperación del terreno perdido pasa por ahí. Si
ellos lo están consiguiendo ¿por qué no todos los demás?
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