martes, 21 de octubre de 2014

La Cruda Realidad


Resulta habitual en cualquier tertulia taurina que, antes o después, salga a colación el recurrente asunto de los males que aquejan a la fiesta. La escasez del público asistente a las plazas de toros suele ser uno de los temas estrella. La mala organización, la falta de promoción, la competencia del fútbol, los precios desorbitados... son los culpables más señalados.

La cruda realidad muestra que el problema va mucho más allá de todo ello y tiene su raíz en la falta de afición. Habrá quien me tache de pesimista o de agorero pero a los hechos me remito.

En fechas pasadas se celebró en La Carlota, organizado por la peña taurina local, un bolsín taurino. Habría que buscar con lupa algún fallo en la organización, ímprobos fueron los esfuerzos de los peñista en la promoción del mismo y la fecha elegida perfecta: tarde primaveral y sin competencia futbolística. La entrada gratuita. Por si fuera poco se completó la jornada con una previa en la que hubo demostración ecuestre, desfile de moda flamenca y un espectáculo flamenco. ¡Hasta hubo paella gratis!.¡¿Qué más se puede ofrecer?!

Cabría aventurarse a pensar en un lleno a rebosar. Pues bien, la cruda realidad es que la plaza de los Jardines Taurinos de El Pilar sólo se ocupó en algo más de la mitad de su aforo. Los organizadores deben estar satisfechos, pero el trabajo realizado, sin duda, merecía una respuesta de público mucho mayor. Aunque duela decirlo la escasez de aficionados taurinos quedó patente.

Sería un error lamentarse sin más. Esta circunstancia, lejos de producir desánimo debe suponer un acicate para perseverar y seguir trabajando en pos de la fiesta, no sólo para la Asociación Taurina Carloteña a la que hay que tomar como modelo a seguir, sino para cada una de las peñas y aficionados taurinos. Debe servir para tomar conciencia de que no sólo las empresas deben ser las encargadas de adoptar medidas encaminadas a la promoción de la fiesta y la asistencia a las plazas. Cada aficionado y cada peña deben ser los responsables de fomentar sin desmayo en su entorno, de manera abierta, natural y sin complejos, la afición por el toreo y promocionar el valor cultural de la tauromaquia. Sólo así se podrá lograr que el número de aficionados vaya en aumento y con ello que el futuro de la fiesta esté garantizado.


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