miércoles, 4 de junio de 2014

Una Triste Feria


Un año ha bastado para que los brotes verdes que se comenzaban a apreciar en torno a Los Califas allá por la feria de mayo de 2013 se hayan marchitado de raíz. El cajón vacío cortó en seco el tratamiento de choque aplicado para recuperar las constantes vitales de la plaza y desde entonces los cuidados paliativos degeneraron en una sucesión de despropósitos que ha hecho que la feria de 2014 naciera ya con síntomas de metástasis general.

Y sucedió lo que tenía que suceder. Con los tendidos más vacíos que nunca se ha pasado de acaparar todos los focos mediáticos del planeta taurino por el corte de 4 orejas y un rabo de Morante de la Puebla a acaparar titulares por la bochornosa suspensión de una corrida por falta de toros, fruto de la mala gestión y desidia de la empresa más que de una supuesta mano negra. Se ha pasado de 14 orejas, un rabo y 3 Puertas de Los Califas a 4 generosas orejas. Se ha pasado de aficionados que toreaban a la salida de la plaza a caras largas y llenas de preocupación por el incierto futuro que acecha.

Ha sido una feria triste. Una feria en la que el rojo de los asientos ha tenido un marcado protagonismo. Ha sido una feria de entradas recicladas, de mulillas sin enjaezar, de puertas cerradas. Y en lo artístico poco que destacar. Tan sólo quedaron para el recuerdo luminosos destellos de arte provenientes de las muñecas de Curro Díaz y Morante de la Puebla y la maestría y entrega de Antonio Ferrera.

Del ganado.... mejor no hablar. Y con eso todo queda dicho. Y es muy triste tener que decir esto cuando el elemento fundamental de la Fiesta es el toro.

Queda un atisbo de esperanza de cara al futuro (y no es precisamente el ejercicio de autocrítica realizado por los responsables del desaguisado). Esa esperanza la alimentan Javier “Lagartijo”, Rocío Romero, Ignacio Ostos y Jesús Pedregosa. Los cuatro, cargados de sueños toreros, cruzaron el umbral de la Puerta de Los Califas en los festejos menores gracias a su buen hacer. De su trabajo y de la suerte dependerá que sus sueños, y de paso los nuestros, se vean cumplidos.


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