Aunque
pueda parecer imposible hay algo en lo que coincidimos todos los
aficionados taurinos: en el reconocimiento de la destaurinización
de la sociedad. Quejas y lamentos, aderezados con recuerdos de
otros tiempos, surgen indefectiblemente en cualquier tertulia taurina
ante la perspectiva de una sociedad cada vez más urbanita. Una
sociedad que ha crecido rodeada de animales que hablan, que parece
ignorar que el origen de un entrecot está más allá de los
expositores de un supermercado y que parece más preocupada por los
“derechos” de los animales que por la vida de un niño no nacido.
Una sociedad influenciada sobremanera por una televisión que en la
mayoría de los casos está en manos de grupos afines al
antitaurinismo.
Pero
ante este panorama es habitual entre nosotros echar la culpa al
empedrado y entregarnos sin más a la comodidad de la resignación
como si nada pudiera hacerse. Y nada más lejos de la
realidad.