En los últimos días he leído con agrado por distintos medios,
informaciones sobre cómo en muchas plazas francesas y alguna
española ya tienen reseñadas sus corridas de toros para el próximo
2014. En esto, me encuentro de bruces con unas declaraciones de D.
Julián Alonso, gerente en Córdoba de Ramguertauro S.L., en las que
afirma que no se pueden adelantar aún los nombres de las ganaderías
que lidiarán sus reses en la próxima feria cordobesa de Ntra. Sra.
de la Salud 2014 ya que estarán supeditadas a las contrataciones
de los toreros. Y es aquí cuando yo, a semejanza de la
tradicional pregunta sobre el huevo y la gallina me interpelo: ¿Qué
son antes los toros o los toreros?.
Y qué quieren que les diga, según mi forma de ver esto, y más, en
plazas de primera categoría, como lo es Córdoba, los toros van
antes que los toreros. La empresa debería apartar unas corridas
acordes con la categoría de la plaza y del gusto de la afición,
para, posteriormente, ofrecérselas a los diestros y que éstos
decidan si desean enfrentarse a esas corridas o no. Está claro que
dependiendo de los toreros que se deseen contratar se elegirán
unos hierros u otros, pero, todo lo que sea condicionar
el ganado a los gustos o exigencias de los toreros me parece una
concesión que va en detrimento de la categoría de la plaza.
Hay quienes excusan esta manera de actuar por el temor a que las
figuras se borren de la feria si no se les complace. Los empresarios temen ver vacíos los tendidos. Yo les presentaría a
muchos y buenos aficionados que han dejado de ir a la plaza
precisamente por disconformidad con el ganado que sale por chiqueros. Muchos aficionados temen quedarse sin ver a los ases de la torería. A quienes esto
piensan basta con que echen un vistazo a los carteles de las plazas
francesas. Ahí está la labor y el mérito del buen empresario,
en conseguir darle categoría a la plaza que regenta reuniendo en los
carteles a las máximas figuras de la torería andante y el toro
acorde con la categoría de la plaza y del gusto de la afición.
No hablamos de quimeras, en Francia es una realidad, ellos lo han
conseguido. Allí la afición tiene mucho que decir en la selección
del ganado a lidiar en sus plazas. En Córdoba no tenemos esa
mentalidad, cultura, tradición o como se quiera llamar, pero, en su
defecto, podríamos tener una baza importante a jugar en este
aspecto. No es otra que la sociedad propietaria del Coso de Los
Califas, una sociedad formada por excelentes aficionados que tiene en sus manos el poder cambiar la situación. Bastaría
con estipular, en los pliegos de concesión de la plaza, la
participación en la elección del ganado a lidiar de una Comisión
de Propietarios designada al efecto, así como establecer unas fechas
límites para la reseña de las corridas o aquellas otras claúsulas
que estimen oportunas avocadas a dar categoría y seriedad a la plaza
partiendo de la base fundamental de la fiesta que no es otra que el
toro bravo.
Sin duda hará falta tiempo para cambiar, poco a poco,
mentalidades, tanto de toreros, como empresas y aficionados, pero la
recompensa merecerá la pena.
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